La bechamel es una salsa tradicionalmente hecha con mantequilla o margarina, harina y leche. Su origen se encuentra en Francia y se utiliza para realzar distintos platos, especialmente aquellos que se gratinan. La preparación consiste en un roux de mantequilla y harina que se diluye en leche, cocinándolo a fuego lento hasta que alcanza la consistencia deseada. ¿No estás familiarizado con ella? Sigue leyendo y te sorprenderás. ¡Las posibles variaciones de esta salsa son infinitas!
Generalmente, la bechamel se combina con pasta o verduras, pero puede acompañar perfectamente a carnes, pescados e incluso mariscos. La salsa bechamel es tan popular que hoy en día se pueden encontrar versiones comerciales listas para usar. Sin embargo, no hay nada comparable a una bechamel hecha en casa. Además, es la base para crear muchas otras salsas, por lo que se la considera una salsa “madre” en el mundo de la cocina.
Esta salsa, de color blanco y con una textura que puede variar en espesura, se utiliza para cubrir y gratinar platos como los canelones, lasañas, espinacas, coles e incluso sándwiches. Es también un ingrediente fundamental en la preparación de croquetas y tiene una gran capacidad para espesar guisos, sopas y cremas. Se complementa a la perfección con quesos. ¿Te gustaría conocer más opciones para cocinar con bechamel?
Bechamel con toque especial
La bechamel no solo se limita a los ingredientes básicos. Puedes personalizarla añadiendo nuez moscada, queso rallado, o incluso hierbas aromáticas como tomillo y laurel. Cada variación aporta un sabor único y puede transformar un plato sencillo en algo realmente especial. ¿Te animas a probar nuevas combinaciones?
Platos clásicos con bechamel
Algunos platos clásicos que utilizan bechamel incluyen lasaña, moussaka, y el soufflé de coliflor. Estos platos no solo son deliciosos, sino que también son ideales para preparar con antelación y recalentar sin perder calidad. La bechamel actúa como un sellador de sabor, manteniendo los ingredientes jugosos y llenos de sabor.