Los glaseados son coberturas que se utilizan comúnmente para embellecer o finalizar diversas creaciones de repostería como cupcakes, pasteles, croissants y galletas. Existen distintos tipos de glaseados, aunque los más populares suelen ser el glaseado clásico blanco y el de chocolate —este puede tener un acabado mate o brillante. En esta ocasión, aprenderemos a realizar un glaseado blanco simple. Dependiendo de nuestras preferencias, se puede ajustar su consistencia para hacerlo más o menos líquido. Sin embargo, el secreto para un glaseado de calidad es que al secarse se endurezca adecuadamente. La ventaja del glaseado blanco es su versatilidad, ya que podemos dividirlo en varias porciones y añadir diferentes colorantes para darle tonalidades diversas. Además, podemos integrar distintos sabores, como el de vainilla, limón, violeta o cereza. Hay que tener cuidado, ya que solo unas pocas gotas son suficientes para obtener el aroma deseado.
Un glaseado también puede servir como una base excelente para agregar decoraciones adicionales como pequeñas frutas o frutos secos picados. Estas pueden aportar tanto textura como sabor, convirtiendo un simple bizcocho en una obra maestra de repostería. Esta técnica es ideal cuando queremos personalizar nuestros postres para ocasiones especiales como cumpleaños o reuniones familiares.
Descripción de la receta
- Tiempo de preparación: 5 minutos
- Tiempo total: 5 minutos
- Porciones: 10
- Categoría: postres
- Tipo de cocina: internacional
- Calorías: 413 kcal por cada 100 g
Ingredientes necesarios para el glaseado ideal para 10 personas
- 250 g de azúcar glas
- 1 clara de huevo tamaño L
- 1 cucharada de zumo de limón
Pasos detallados para hacer el glaseado ideal
Lograr un glaseado ideal es un proceso rápido. Lo primero que debemos hacer es convertir el azúcar en polvo fino utilizando un procesador de alimentos o hacerlo manualmente. Sin embargo, es más práctico adquirirla como azúcar glas o icing sugar.
Una vez pulverizado el azúcar, le incorporamos la clara de huevo y la cucharada de jugo de limón. Batimos el conjunto durante unos 10 segundos a media velocidad, o bien utilizamos unas varillas para integrarlos hasta que el azúcar se disuelva por completo y consigamos una mezcla homogénea. Es esencial evitar que queden restos de yema.
Con nuestro glaseado listo, procederemos a cubrir los dulces que hayamos elaborado. Podemos empezar, por ejemplo, con croissants o galletas.
Este glaseado también es ideal para cubrir un pastel o un bizcocho de frutas. Si notamos que el glaseado se endurece o espesa demasiado, simplemente añadimos un poco más de zumo de limón y mezclamos hasta lograr la consistencia deseada.
Es crucial aplicar el glaseado en una única capa, utilizando una espátula pequeña para extenderlo de manera uniforme sobre el bizcocho o cualquier otra delicia que desees decorar.
Finalmente, servimos nuestros dulces glaseados, ideales para disfrutar junto a un café o un té en cualquier momento del día como un delicioso capricho.
Si nos queda glaseado, se puede conservar en una manga pastelera o en un recipiente cubierto con film plástico en contacto directo para evitar que se reseque. Este se mantendrá en buen estado en el refrigerador por unos 4-5 días.
Vistazo rápido a la preparación
- Colocar el azúcar en un procesador de alimentos y triturar hasta obtener polvo fino.
- Añadir la clara de huevo y el zumo de limón.
- Mezclar hasta obtener una consistencia uniforme y cubrir los postres que hayamos preparado.
- Presentar los dulces acompañados de un té o café.
- Conservar el glaseado restante en una manga pastelera o recipiente cubierto para mantener su frescura.